A pesar de que prácticamente todas las viviendas en la actualidad cuentan con electricidad, no todas disponen de una red de gas. Esto puede deberse a decisiones de los propietarios o a que en el momento de la compra no se incluyó dicha instalación. Sin embargo, al construir una casa desde cero o al realizar una reforma, a menudo surgen dudas sobre cuál es la mejor opción: ¿solo electricidad o también gas? En esta ocasión, explicaremos los conceptos básicos de cada tipo de instalación, sus ventajas y desventajas, y los aspectos a tener en cuenta antes de embarcarse en la construcción.
Electricidad y gas en Argentina
La existencia de una instalación eléctrica es la norma en las viviendas construidas a partir de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, dependiendo de la ubicación geográfica. Posteriormente, hacia mediados del siglo XX, el gas natural comenzó a llegar a los hogares argentinos, y se impartieron los primeros cursos de cocina con artefactos a gas. En la actualidad, la extensión de la red de gas nacional es más limitada que la eléctrica, y en aquellas zonas no cubiertas por dicha red se recurre al uso de garrafas para su disposición.
Desde los inicios, el consumo de energía doméstica en Argentina ha sido ampliamente subsidiado por el Estado, lo que significa que los consumidores no pagaban los costos reales de producción y distribución de energía en relación con su consumo. Esto se aplica especialmente al gas de origen nacional, cuyo descubrimiento y explotación contribuyó a reducir las importaciones de carbón fósil que se utilizaban anteriormente para producir gas manufacturado. Sin embargo, en los últimos años, los subsidios energéticos han ido disminuyendo y el precio de la energía que consumimos se acerca cada vez más a su costo real. Esto se debe en gran medida a las políticas destinadas a mitigar el cambio climático y, además, nos obliga a ser eficientes, tanto en la construcción como en nuestros consumos de energía.
Comparativa entre ambas fuentes de energía
Entonces, retomando la pregunta inicial: ¿qué opción es más conveniente, la electricidad o el gas? Como ocurre en todos los aspectos de la vida, depende. Si consideramos el precio actual de ambas fuentes de energía, el gas resulta más económico para aquellas aplicaciones que implican el uso de energía térmica, como cocinar alimentos, calentar agua y climatizar ambientes. Su poder calorífico es tal que, en zonas muy frías, el uso de calderas a gas o pellets se convierte en la única opción viable para lograr el nivel de confort deseado.
Sin embargo, en la mayoría de los edificios también necesitamos electricidad para alimentar electrodomésticos, artefactos de iluminación y dispositivos electrónicos como televisores o computadoras. En este sentido, es recomendable pensar bien al elegir cualquier equipo eléctrico, leyendo su Etiquetado Energético y procurando que siempre sea lo más cercano posible a la categoría A. De esta manera, estaremos generando un menor consumo eléctrico y, por lo tanto, menores costos en la factura final.
Por lo tanto, aunque el gas puede ser más económico en ciertos casos, una instalación eléctrica por sí sola puede cubrir todas las necesidades energéticas del hogar y evitar la necesidad de una segunda instalación de gas, que es costosa y más complicada de gestionar en términos de permisos y contratación de profesionales calificados, entre otros aspectos.
Consideraciones de seguridad
En cuanto al grado de seguridad que ofrecen ambas fuentes de energía, independientemente cuál elijamos siempre es necesario tomar precauciones durante la instalación y el mantenimiento, siguiendo las normas establecidas. En el caso del gas, es fundamental que los trabajos sean realizados por instaladores certificados, utilizando materiales normalizados y obteniendo la aprobación municipal correspondiente. Además, los espacios deben estar adecuadamente ventilados mediante el uso de rejillas en paredes opuestas que garanticen una correcta circulación del aire. Si se trata de una instalación eléctrica, un profesional debe calcular el tamaño de todos sus elementos tales como cableado, interruptores (diferencial y termomagnético) y tableros. De esta forma estaremos garantizado la seguridad de las personas, los aparatos eléctricos y la propia instalación.
Impacto ambiental
Por último, si consideramos el impacto ambiental del gas y la electricidad, podemos observar que, en el caso del gas, al ser un combustible fósil, su disponibilidad está limitada en el tiempo. Sin embargo, entre todos los combustibles fósiles, el gas natural es el que presenta un menor impacto medioambiental (sus emisiones de CO2 son hasta un 50% inferiores a las del carbón fósil). Por otro lado, el impacto ambiental de la electricidad depende de la forma en que se genere, es decir, de la fuente de energía primaria utilizada. En Argentina, más del 60% de la electricidad se produce en centrales térmicas que funcionan principalmente con gas, mientras que solo un 10% proviene de fuentes renovables. Por esta razón, para aumentar el consumo de energía renovable, es frecuente recurrir a la instalación de paneles fotovoltaicos y colectores solares en edificios, los cuales tienen un alto rendimiento en la región NOA del país. Estos equipos son especialmente útiles en regiones sin acceso a la red eléctrica.
En resumen, la elección entre electricidad y gas depende de varios factores, como el uso requerido, el costo económico, la disponibilidad de ambos y el impacto ambiental. Si bien el gas puede ser más conveniente en términos de eficiencia térmica y costos en ciertos casos, una instalación eléctrica completa puede cubrir todas las necesidades energéticas del hogar y evitar la complejidad de una segunda instalación de gas. Asimismo, es importante considerar las recomendaciones de seguridad y promover el uso de equipos eléctricos eficientes. Además, es fundamental tener en cuenta el impacto ambiental de ambas opciones y buscar aumentar el consumo de energía renovable en todos los casos.
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Por Arq. Teresa Vallejo